Historia de la Farmacia (continuación - MÉXICO MODERNO)
Con el cambi del siglo se perfiló la existencia de dos tipos de farmacias en México: las consideradas de primera clase que eran atendidas constantemente por un farmacéutico titulado, y las populares trabajadas por personas que basaban su desempeño en su experiencia. Como parte de una estrategia que buscaba defender al gremio farmacéutico, se impulsó la industrialización de la profesión; en consecuencia se modificó el plan de estudios de la carrera de Farmacia: en 1919 dejó de cursarse en la Facultad de Medicina para estudiarse en la de Cienciass Químicas.
En las primeras décadas del siglo XX dos fénomenos transformaron la farmacia en México: el crecimiento demográfico posterior a la Revolución Mexicana incrementó la demanda de medicamentos y con el uso de moderna tecnología se diseño maquinaria para la producción masiva de fármacos. Estos hechos dieron inicio a la consolidación de la industria farmacéutica mexicana, se convirtió en automática, mecanica y colectiva; el Farmacéutico dejó de ocupar un lugar en la farmacia para trasladarse a la industria.
En 1921, en plena efervesencia revolucionaria, se p´´ublico el Reglamento General para el Funcionamiento de Droguerías, Boticas y Farmacias de la Ciudad de México. En 1942, diez años antes del llamado "milagro mexicano", dicho reglamento se extendió al ámbito nacional. Esta reglamentación se constituyó como el primer intento moderno para regular la dispensación de medicamentos en nuestro país.
Un año antes de que se consumara la Revolución Mexicana en 1928, los popietarios de boticas y farmacias se organizaron en una sociedad cuyo interés fundamental era afianzar las ventas de medicamentos. No obstante su finalida primordial, se plantearon como objetivo colocar a la farmacia mexicana en un nivel competitivo dentro del mercado, en consecuencia diseñaron una estrategia para impulsar la práctica de la farmacia clásica, crearon la Escuela Libre de Farmacia y establecieron un Laboratorio de Calidad en Materias Primas.
Sin embargo a partir de los años cincuenta, salvo contadas exepciones, el papel del farmacéutico se limitaba a los establecimientos que vendían medicamentos controlados. Esta situación era común en los demás países de Latinoamérica y otras regiones del mundo. Ante ello, en 1988 la Organización Mundial de la Salud manifestó la necesidad de recuperar el papel del profesional farmacéutico como un elemento vital del Equipo de salud, que garantizaría un correcto suministro y dispensación de medicamentos, sólo así la medicina sería efectiva: cuando exista un manejo eficiente de los medicamentos. Este llamado desencadenó acciones a la regulación sanitaria mexicana.
Ya en la decáda de los ochenta, las autoridades mexicanas se habían dado la tarea de diseñar, elaborar, coordinar y vigilar un marco regulatorio nacional para las farmacias. En 1984 se publicó la Ley General de Salud, por mandato de la misma ese año comenzaron los trabajos para la actualización de lo que sería la Quinta Edición de la Farmacopea de los Estados Unidos Mexicanos en 1988. A partir de entonces, en México contamos con diferentes instrumentos jurídicos y normativos para el mejor desempeño de las farmacias.
Para proporcionar a las farmacias un enfoque profesional adaptado a las condiciones tecnológicas de uestra época, desde 1997 se elaboró y publicó el Primer Suplemento para Farmacias, Drguerías, Boticas y Almacenes de Depósito y Distribución de Medicamentos de la Farmacopea de los Estados Unidos Mexicanos que a partir de 2010 se conoció como Suplemento para establecimientos dedicados a la venta y suministro de medicamentos y demás insumos para la salud.
En 2010 se publica el Modelo Nacional de Farmacia Hospitalitaria, en el que se afirma que la gestión de medicamentos en el ámbito hospitalario implica la participación de farmacéuticos con formación en hospitales, que comprendan la parte operativa de la farmacia, la parte clínica y su vinculación con la atención del paciente.
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