Historia de la Farmacia (continuación - MÉXICO INDEPENDIENTE)

La farmacia mexicana, como otras en diferentes partes del mundo, heredó los conocimientos de las culturas arcaicas, griegas, romanas, árabes y mediavales, también de los españoles y desde luego el importante legado de las culturas prehispánicas. En 1821, concluida la Guerra de Independencia, México se dio a la tare de organizar todas las actividades con un sello propio, algunas veces generando conocimiento y otras adoptando información existente producida en otros países. En el caso de la farmacia hizo suyo el Formulario Magistral y Memorial Farmacéutico de Garssicourt, obra francesa traducida por primera vez al español por el mexicano Nicólas Molero; fue tan importante la acogida de ese documento, que hoy se le considera el antecedente más inmediato de una farmacopea nacional. En 1831, el gobierno independiente mexicano sustituyó al Protomedicato Novohispano pos la Facultad Médica del Distrito Federal, que tomó bajo su cargo todas las atribuciones encomendadas anteriormente el Protomedicato, incluida además, la elaboración de un gódigo sanitario para el país. Esta nueva institución diseño una estrategia legal para regular y reglamentar la actividad y formación de todos los profesionales de salud, incluidos los farmacéuticos; para tal fin se creó en 1833 el Establecimiento de Ciencias Médicas, donde se contempló la cátedra de farmacia para los estudios de médico cirujano y en ese mismo año se puso en marcha la carrera de farmacéutico. Este hecho separó finalmente a boticarios de farmacéuticos, definiendo que los primeros ejercen oficio y los segundos una profesión. Diferentes instituciones mexicanas tomaron el relevo nacional para elaborar un código sanitario, casi todos fracasaron por la miasma razón: años de perturbaciones militares llegadas desde naciones extranjeras y desorganización de los poderes públicos federales y locales. Finalmente el Congreso de la Unión públicó en 1891 el primer código sanitario independiente y dedicado de forma exclusiva a las cuestiones de salubridad general del país, pero antes de su promulgación sucedieron importantes acontecimientos. En 1846, los integrantes de la Academia Farmacéutica de la Capital de la República, alentados por un orgullo nacional, inspirados por el enaltecimiento de la patria, decididos a generar conocimiento científico mexicano de la calidad y coordinados por el Dr. Leopoldo Río de la Loza, publicaron la primera Farmacopea Mexicana. Con las invasiones norteaméricana y francesa a nuestro país (1847-1862, respectivamente), muchas instituciones fueron mermadas o desaparecidas, la Academia Farmacéutica no fue la excepción. En 1871de nuevo gracias al esfuerzo del Dr. Río de la Loza, surgió una nueva institución que agrupo a los profesinales del ramo: la Sociedad Farmacéutica Mexicana, quien público en 1874 la Nueva Farmacopea Mexicana, que a lo largo de cinco decádas tuvo cuatro reediciones. En 1878 la autoridad local de la Ciudad de México, emitió el Bando Sobre Boticas y Droguerías, con ello se reguló en la capital del país la venta de medicamentos simples y compuestos, la elaboración de recetas, sustancias, materiales, utensilios y demás aparatos utilizados en las boticas. Hacia el final del siglo XIX, las medicinas de patente le ganaron la partida en los medicinales, parches, emplastos y demás medicamentos nacionales elaborados.

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